jueves, 26 de enero de 2017

ROSALIND FRANKLIN


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ROSALIND  ELSIE FRANKLIN, QUÍMICA Y CRISTALÓGRAFA



Rosalind nació el 25 de Julio de 1920 y murió el 16 de Abril de 1958. Fue una química y cristalógrafa inglesa, responsable de importantes contribuciones a la comprensión de la estructura del ADN, del ARN, del carbón, del gráfico y los virus.

Nacida en una familia judía inglesa, fue educada en la escuela privada Norland Pace, al oeste de Londres. A los 18 años fue aceptada en la universidad y ganó una beca de estudios, donó el dinero de su beca a los estudiantes refugiados de la segunda guerra mundial. 

Estudió el Tripos de las ciencias naturales y se graduó en 1941. La Asociación Británica para la Investigación del Uso del Carbón le ofreció una plaza de investigadora en 1942, y fue así como inició su trabajo sobre el carbón. Esto la ayudó a obtener su doctorado en 1945. Fue a París en 1947, como investigadora postdoctoral.


Se unió al King's College de Londres en 1951,Franklin tomó las imágenes de ADN por difracción de rayos X durante su estancia en el King's College, en Londres. Estas imágenes, que sugerían una estructura helicoidal y que permitieron generar inferencias sobre detalles claves acerca del ADN, fueron mostradas por Wilkins a Watson.

Dentro de los virus que estudió se incluyen el virus de la polio y el virus del mosaico del tabaco. 9



AMARESH FERNÁNDEZ

LA JOVEN QUE LLEVABA CINCO AÑOS EN LISTA DE ESPERA POR UNA REDUCCIÓN DE ESTÓMAGO



La joven, tenía 24 años y llevaba cinco años en lista de espera para una reducción de estómago. Amaresh arrastraba una grave obesidad mórbida, llego a pesar 125 kilos.

Amaresh sufría problemas de tensión y de corazón provocados por su gordura, a los que se sumaban una diabetes que arrastraba desde pequeña, además de fibromialgia y ataques de ansiedad derivados de su situación.

 Llevaba pendiente de intervención que pusiera fin a su enfermedad o de algún tratamiento efectivo que disminuyera sus 125 kilos de peso. Decía que lo había intentado todo. Hacía todo lo que le decían los médicos y comía de forma saludable.  Su metabolismo le hacía ganar kilos aunque no probara bocado.

Una vez ingresada una semana en el hospital y, pese a permanecer solo con suero, ganó cinco kilos.


Amaresh, harta de esperar y después de que el HUCA incumpliera su compromiso de operarla antes de agosto de 2016, murió el 31 de Diciembre de 2016.

Amaresh Fernández, el pasado octubre, en Gijón, tras visitar EL COMERCIO.



¿Y si el Sol desapareciera de repente?

No hace falta ser un astrónomo experimentado para saber que dependemos completamente del Sol. Nuestra estrella particular, en efecto, ocupa el centro de nuestro sistema planetario, mantiene los mundos en su sitio e irradia la energía necesaria para que aquí, en la Tierra, sea posible la vida. Gracias al Sol tenemos luz, calor, atmósfera, fotosíntesis, océanos... Sabemos también, sin embargo, que nada, ni siquiera el Sol, dura eternamente. Durará mucho tiempo, sí, aunque no para siempre.



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Se acabó la gravedad



En una secuencia cronológica, lo primero que desaparecería con el Sol es su atracción gravitatoria. Todos los planetas están "ligados" gravitatoriamente al Sol, y su súbita desaparición los dejaría sin un centro alrededor del que orbitar. De modo que empezarían a viajar, más o menos, en línea recta, hasta que se toparan con otro cuerpo lo suficientemente grande como para atraerlos.





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Oscuridad eterna






Aquí, en la Tierra, tardaríamos 8 minutos en darnos cuenta de que el Sol ya no está en su sitio. Ese es, en efecto, el tiempo que un rayo de sol tarda en recorrer, a la velocidad de la luz. Pasado ese tiempo, nos veríamos sumidos de repente en una total oscuridad. Y sería para siempre. Ni siquiera seríamos capaces de volver a contemplar la Luna, ya que su brillo no es más que un reflejo de la luz que recibe del Sol. Sí que veríamos las estrellas, que disponen de sus propias fuentes de luz, pero nuestras vidas se convertirían en una larga e interminable noche. Sin luz, además, las plantas ya no podrían seguir haciendo la fotosíntesis, con lo que la aportación de oxígeno a la atmósfera se interrumpiría casi por completo. Las reservas planetarias del gas que nos permite respirar apenas si durarían un par de semanas.
























Se acabó el calor

Pero la oscuridad no sería lo más grave. De hecho, la temperatura media de la Tierra, que actualmente es de 29,6 grados, descendería rápidamente hasta los -123 grados en apenas dos meses. Cuatro meses después de la desaparición del Sol, la temperatura media de nuestro planeta sería de -198 grados, casi doscientas veces más fría que el interior de una nevera doméstica. En estas condiciones, la inmensa mayoría de la vida desaparecería de nuestro mundo. Solo quedarían algunos microorgansmos extremófilos que viven en medio de las rocas de la corteza terrestre, a varios km. de profundidad, y que no dependen de la luz solar. Los animales subterráneos y los carroñeros lograrían sobrevivir, quizá, durante un breve tiempo adicional, alimentándose de los cadáveres del resto. Pero terminarían desapareciendo en pocas semanas, junto a los demás. Sorprendentemente, los árboles más grandes lograrían, quizá, sobrevivir más tiempo, incluso durante algunas décadas, a pesar del frío y sin fotosíntesis.


Para los humanos, la única opción sería embarcar en submarinos y sumergirse con ellos hasta lo más profundo de los océanos, para aprovechar el calor interno del planeta a medida que surge a través de las fuentes hidrotermales